Me encontré con la prima de Riesgo en un
restaurante griego. Me contó que su primo estaba en el hospital con varias
fracturas por una mala caída haciendo barranquismo o paracaidismo o algún otro
ismo poco sensato de esos que tanto le gustan. Los doctores le han advertido
que deberá andar con muletas durante varios meses, pero él sólo pregunta cuándo
podrá salir del hospital porque está deseando probar el alpinismo o el
submarinismo o algo parecido. Le aseguré que iría a visitarlo en cuanto
pudiera, y que trataría de hacerle entrar en razón, aunque ambos sabemos que
con Riesgo no hay nada que hacer. Luego me presentó a su acompañante, un primo
del pueblo que me saludó de forma distraída, sin apartar los ojos de la
televisión.