13 jul 2012

EUROVEGAS PARA TODOS



Estoy a favor de Eurovegas. De verdad. Espero que lo instalen justo encima del Delta del Llobregat y que ahuyenten de una vez a ese hatajo de plumíferos que lo tiene invadido. De esta forma, lo que nos cuesta un dineral en mantenimiento se convertiría en una sustanciosa fuente de ingresos. Sí, ya sé lo que dirán: que si la sostenibilidad y las alcachofas y todo eso. Pero seamos serios: ¿acaso los pajarracos o las hortalizas nos sacarán de la crisis? Por favor, antes de contestar, libérense por un momento de todo el lastre de utopías antediluvianas que se adhiere a sus pensamientos como una caspa obcecada y políticamente correcta. No es tarea fácil, pero si ustedes han conseguido, aunque sea por una escaso nanosegundo, atisbar la puerta de entrada a su sentido común, la respuesta no puede ser otra que NO. A partir de aquí, el engranaje de conclusiones se sucede de manera automática: Eurovegas SÍ nos sacará de la crisis porque atraerá a los incautos turistas de los cruceros que llegarán masivamente a dejarse la pasta; por tanto, el puerto de Barcelona se quedará pequeño en cuestión de semanas y deberá ampliarse hasta Badalona (por el otro lado está el aeropuerto, se siente); por consiguiente, todos los establecimientos de gresca y xerinola ubicados en el Port Olímpic, así como las playas (y un trozo de la Barceloneta que molesta) deberán ser trasladados a un lugar con capacidad para albergarlos, y tras un detallado estudio del mapa urbanístico de la ciudad, no cabe duda de que el Forum es el sitio ideal, si al final no hay que deshacerse de él también; ergo, todos los festivales de música patrocinados por marcas de cerveza que allí se celebran deberán trasladarse al Parc Güell; luego todos los mercachifles de objetos inservibles y fosforito que allí se congregan deberán ser reubicados en el Liceo, la Sagrada Familia y en diversas salas del Museu Picasso. Total, los turistas no lo van a notar porque sólo vendrán a comprar sombreros mexicanos y a machacar las tragaperras. Y hablando de tragaperras, tampoco estaría de más colocar unas cuantas estratégicamente ubicadas en la entrada de la Pedrera y el Palau de la Música, y también unas mesas de Black Jack junto a Canaletes, para aprovechar la contagiosa irracionalidad que se presenta bajo el eufórico disfraz del triunfo deportivo. El proyecto de la ruleta gigante en el espacio que ahora ocupa la Plaça Catalunya quedaría para más adelante, a causa de su complejidad técnica y a una pareja de perroflautas que se niega a bajar del monumento a Francesc Macià, a pesar de las advertencias de la policía y de las cacas de paloma.
¿Y qué pasa con los habitantes del Baix Llobregat?, se preguntarán ustedes con muy buen criterio. Pues muy fácil: que se van a ahorrar una pasta en viajes transoceánicos. Nadie necesitará viajar ahora hasta el quinto pino para disfrutar del incomparable espectáculo de luz y de color que el progreso nos ofrecerá a tan sólo unos metros de la puerta de nuestra casa. Si hasta he escuchado que piensan colocar una réplica de la estatua de la libertad. Pequeñita, eso sí.